NS NihilScio
* En todo hay cierta, inevitable muerte, mas yo, ¡milagro nunca visto!, vivo celoso, ausente, desdeñado y cierto de las sospechas que me tienen muerto, y en el olvido en quien mi fuego avivo, y, entre tantos tormentos, nunca alcanza mi vista a ver en sombra a la esperanza, ni yo, desesperado, la procuro; antes, por estremarme en mi querella, estar sin ella eternamente juro( Cervantes - Don Quijote)

* Y al tiempo cuando el sol se va mostrando por las rosadas puertas orientales, con suspiros y acentos desiguales voy la antigua querella renovando( Cervantes - Don Quijote)

* Encerrada Leandra, quedaron los ojos de Anselmo ciegos, a lo menos, sin tener cosa que mirar que contento le diese; los míos en tinieblas, sin luz que a ninguna cosa de gusto les encaminase; con la ausencia de Leandra crecía nuestra tristeza, apocábase nuestra paciencia, maldecíamos las galas del soldado y abominábamos del poco recato del padre de Leandra; finalmente, Anselmo y yo nos concertamos de dejar el aldea y venirnos a este valle, donde él apacentando una gran cantidad de ovejas suyas proprias, y yo un numeroso rebaño de cabras, también mías, pasamos la vida entre los árboles, dando vado a nuestras pasiones, o cantando juntos alabanzas o vituperios de la hermosa Leandra, o suspirando solos y a solas comunicando con el cielo nuestras querellas.( Cervantes - Don Quijote)

* Y, volviéndose al hombre, le dijo qué decía y respondía a la querella de aquella mujer; el cual, todo turbado, respondió: —Señores, yo soy un pobre ganadero de ganado de cerda, y esta mañana salía deste lugar, de vender, con perdón sea dicho, cuatro puercos, que me llevaron de alcabalas y socaliñas poco menos de lo que ellos valían; volvíame a mi aldea, topé en el camino a esta buena dueña, y el diablo, que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que yogasemos juntos; paguele lo soficiente, y ella, mal contenta, asió de mí, y no me ha dejado hasta traerme a este puesto.( Cervantes - Don Quijote)

* Él dijo que hasta veinte ducados tenía en el seno en una bolsa de cuero; mandó que la sacase y se la entregase así como estaba a la querellante; él lo hizo temblando, tomola la mujer, y, haciendo mil zalemas a todos, y, rogando a Dios por la vida y salud del señor gobernador que así miraba por las huérfanas menesterosas y doncellas; y, con esto, se salió del juzgado, llevando la bolsa asida con entrambas manos, aunque primero miró si era de plata la moneda que llevaba dentro( Cervantes - Don Quijote)