NS NihilScio
* Después que don Quijote hubo bien satisfecho su estómago, tomó un puño de bellotas en la mano y, mirándolas atentamente, soltó la voz a semejantes razones: —¡Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados; y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío! Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario, para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto.( Cervantes - Don Quijote)

* Quiso la mala suerte del desdichado Sancho que entre la gente que estaba en la venta se hallasen cuatro perailes de Segovia, tres agujeros del Potro de Córdoba y dos vecinos de la Heria de Sevilla, gente alegre, bien intencionada, maleante y juguetona; los cuales, casi como instigados y movidos de un mismo espíritu, se llegaron a Sancho y, apeándole del asno, uno de ellos entró por la manta de la cama del huésped, y, echándole en ella, alzaron los ojos y vieron que el techo era algo más bajo de lo que habían menester para su obra, y determinaron salirse al corral, que tenía por límite el cielo.( Cervantes - Don Quijote)

* En esto alzó los ojos y vio que su amo estaba parado, procurando con la punta del lanzón alzar no sé qué bulto que estaba caído en el suelo3333, por lo cual se dio prisa a llegar a ayudarle, si fuese menester; y, cuando llegó, fue a tiempo que alzaba con la punta del lanzón un cojín y una maleta asida a él, medio podridos, o podridos del todo, y deshechos; mas pesaba tanto, que fue necesario que Sancho se apease a tomarlos, y mandóle su amo que viese lo que en la maleta venía( Cervantes - Don Quijote)

* —También la hallé yo —respondió el cabrero—; mas nunca la quise alzar ni llegar a ella, temeroso de algún desmán, y de que no me la pidiesen por de hurto; que es el diablo sotil, y debajo de los pies se levanta allombre3344 cosa donde tropiece y caya, sin saber cómo ni cómo no( Cervantes - Don Quijote)

* El canto se acabó con un profundo suspiro, y los dos con atención volvieron a esperar si más se cantaba; pero viendo que la música se había vuelto en sollozos y en lastimeros ayes, acordaron de saber quién era el triste, tan estremado en la voz como doloroso en los gemidos; y no anduvieron mucho, cuando, al volver de una punta de una peña, vieron a un hombre del mismo talle y figura que Sancho Panza les había pintado cuando les contó el cuento de Cardenio; el cual hombre, cuando los vio, sin sobresaltarse, estuvo quedo, con la cabeza inclinada sobre el pecho, a guisa de hombre pensativo, sin alzar los ojos a mirarlos más de la vez primera, cuando de improviso llegaron( Cervantes - Don Quijote)

* Teníala el caballero fuertemente asida por las 263 espaldas, y por estar tan ocupado en tenerla, no pudo acudir a alzarse el embozo que se le caía, como, en efeto, se le cayó del todo, y, alzando los ojos Dorotea, que abrazada con la señora estaba, vio que el que abrazada ansimesmo la tenía era su esposo don Fernando; y apenas le hubo conocido, cuando, arrojando de lo íntimo de sus entrañas un luengo y tristísimo ¡ay!, se dejó caer de espaldas desmayada, y a no hallarse allí junto el barbero, que la recogió en los brazos, ella diera consigo en el suelo( Cervantes - Don Quijote)

* Miramos en ello, y uno de los que conmigo estaban fue a ponerse debajo de la caña, por ver si la soltaban o lo que hacían; pero así como llegó, alzaron la caña y la movieron a los dos lados, como si dijeran no con la cabeza.( Cervantes - Don Quijote)

* Entre las señas que me hacía, era una de juntarse la una mano con la otra, dándome a entender que se casaría conmigo, y aunque yo me holgaría mucho de que ansí fuera, como sola y sin madre, no sabía con quién comunicallo, y así, lo dejé estar, sin dalle otro favor, si no era, cuando estaba mi padre fuera de casa y el suyo también, alzar un poco el lienzo o la celosía, y dejarme ver toda, de lo que él hacía tanta fiesta, que daba señales de volverse loco.( Cervantes - Don Quijote)